Wednesday, December 21, 2005

Fuera de foco

Trato de abrir los ojos, veo una espuma de aire que deslava las imagenes. Una neblina que detesto, una bruma que inhalo. Es la pereza de las manecillas que se han cansado de dar tantas vueltas. Ahora parecen aburridas, siguiendo un patrón de té a las cinco, a las doce regresas y demás ecos automáticos. A las manecillas hay que retorcerlas un poco, que se muevan en espiral, que se muevan en ciclos, elipsis.
Pero por ahora sólo sé seguir el latido del reloj, en la hora libre, el recreo, esperando al momento del escritorio. Crujen mis huesos, deslocan mi alma, las noticias, los hechos: todavía existe el tiempo.
El tiempo niebla la mirada, estamos fuera de foco, podemos quitarle el disfraz para demostrar que nunca ha existido.

Saturday, December 17, 2005

muerte instantánea

Hoy me levanté con el afán de recuperar los ojos para volver a mirar a la muerte de frente. Me contó dos secretos, me susurro el sentido de todo. Desperté empapado, sin ganas de salir, sin ganas de abrir la boca, por suerte me acordé que la única muerte segura es la de un hombre muerto en vida.

Friday, December 02, 2005

Afonías

Invoco tanto el silencio que me he quedado afónico.
Es estraño, ahora que no hablo quiero penetrar tus oídos, gritarte para que te muevas antes de que te atropelle la costumbre. Quiero explicarte que las gotas se evaporan, que los tigres duermen, y los androides sueñan con ovejas electrónicas. Trato de pronunciar el nombre de Dios, para que sepas que sólo es un invento, para que sepas que la voz puede invocar, que hay palabras sagradas, pero tu las dejas desangrarse, premeditadas hacia el olvido. Antes escuchabamos el canto de los árboles, una cigueña te podía enseñar de sexo, platicabamos con el río, que nos escuchaba y resonaba nuestras palabras, mientras ecuchabamos y resonabamos en agua. Quiero llamarte, por tu nombre, ayudarte a recordar que no es el nombre quien te denota, sino el sonido quien te crea. Que no estas rodeado de silencio, que el ruido es vacío. Pero con un desgarre en la garganta que retumba en las entrañas, me doy cuenta de que no es la ausencia de una voz la que te adormecía, si, yo no puedo hablar pero fui demasiado ciego como para darme cuenta de que siempre has estado sordo.