Friday, December 02, 2005

Afonías

Invoco tanto el silencio que me he quedado afónico.
Es estraño, ahora que no hablo quiero penetrar tus oídos, gritarte para que te muevas antes de que te atropelle la costumbre. Quiero explicarte que las gotas se evaporan, que los tigres duermen, y los androides sueñan con ovejas electrónicas. Trato de pronunciar el nombre de Dios, para que sepas que sólo es un invento, para que sepas que la voz puede invocar, que hay palabras sagradas, pero tu las dejas desangrarse, premeditadas hacia el olvido. Antes escuchabamos el canto de los árboles, una cigueña te podía enseñar de sexo, platicabamos con el río, que nos escuchaba y resonaba nuestras palabras, mientras ecuchabamos y resonabamos en agua. Quiero llamarte, por tu nombre, ayudarte a recordar que no es el nombre quien te denota, sino el sonido quien te crea. Que no estas rodeado de silencio, que el ruido es vacío. Pero con un desgarre en la garganta que retumba en las entrañas, me doy cuenta de que no es la ausencia de una voz la que te adormecía, si, yo no puedo hablar pero fui demasiado ciego como para darme cuenta de que siempre has estado sordo.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Noemí, colega: me has pisado el comentario que iba a hacer :D
Pues eso, que esas son las peores malditas sorderas.

Un besito

Hannah

4:11 AM  
Anonymous Anonymous said...

Espero que este silencio, Arian, sea sólo porque estás liadísimo. Un saludito.

Hannah

2:20 AM  

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