Wednesday, July 13, 2005

Las dos Marinas

Después de estar un par de horas en el Jacalito, Luis y Juan, bastante briagos, salieron en busca de un par de perras. No caminaron mucho, de hecho solo salieron de un lugar y se metieron al que estaba al lado. Ahí tantearon con los ojos todo lo que había por ver sin probar un solo bocado. Hasta que apareció Iris. Les invitó a ir al tercer y último local. Este tiene mejor música, pensó para si mismo Juan. Ahí encontraron a dos Marinas. Juan empezó a bailar con la de lentes, Luis con la otra.

Pasaron las canciones, las cervezas y las pláticas de pista y estrategia. Se acordó en silencio el lugar de cada quien. Se acertó a bailar un poco más cerca que de costumbre. Salieron los cuatro a las cuatro, bailados, briagos y cachondos, subieron al coche de Marina. Las damas se sentaron adelante. En el camino ellos dos fueron secuestrados: no los quisieron llevar cerca de sus casas. Las cuatro manos jugaron dos juegos. Juan le daba un masaje a Marina, la conductora, mientras Luis besaba la mano y el cachete de Marina, la copiloto. En algún momento Juan sintió como sus manos iban quemando la piel a la que se adherían, parecía dejar sus huellas mientras la jalaba hacía su propia satisfacción. Luis, en cambio pensaba dormir con las dos, seguro como es tan estúpido.....

Llegaron al final del camino, la casa de Marina. Luis se bajó del coche. A Juan lo invitaron a dormir, dejando claro la palabra dormir. El aceptó, Luis se apuntó sin que nadie lo invitara.

Llegan al cuarto después de pasar por una piscina de lña cual brota agua como las piernas de una mujer llena de deseo. Se sientan, el suelo es frío, hay gatos, hay polvo, hay muchas cosas por todas partes. Llega Carlos, el vecino insomne, tiene una mirada de locura, sus voces se van conviertiendo en los sonidos de un ratón del sueño. Un par de jalones a la pipa. La pipa se quedó en el auto. Luis va al baño Marina se queda con Juan mientra Marina baja al auto. Luis se tarda, Marina llega, marina se va a dormir, Juan fuma...

Marina encuentra a Luis instalado en la cama. Juan prende la luz.

-Apágala cabrón- Luis dice instalado en la cama de las Marinas.
- No es tu cama, no mames, párate.
- Apága la luz. - Luis insiste en dormir en la cama.
- Me mandaron quitarte de ahí.

Luis se para emputado, agarra todos los cojines que había para ellos dos. Las Marinas ríen, se van a dormir.

De pronto Luis se para, camina hacia el cuarto de las Marinas, se acuesta en la cama. Las Marinas le gritan, le dicen que puede dormir en el suelo, pero que no con ellas. Luis se enoja, cierra la puerta.

Juan sólo ensaya dormir, por dentro desconoce a la persona que conoce hace cuatro años. Se abraza mientras la noche lo traga en la soledad de sus pensamientos.

1 Comments:

Blogger Hamletmaschine said...

Qué enrarecida atmósfera, el hervor grasiento y viscoso del exceso de los cuerpos, y al mismo tiempo el espíritu que se sofoca ante la densidad de esa misma carne, que debería ser vehículo del deleite, pero ni siquiera es equivalente a una mala masturbación...

10:24 AM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home