Monday, November 21, 2005

Desde la tumba

Dejar miradas que trascriben deseo. Mirar para ser deseado. Escuchar palabras en el monitor, dejarlas para ver si alguien te escucha. Recordar las paredes que dividen, las barreras que encierran, la distancia que murmura. Comenzar con destejer la telaraña de mi boca, desnterrar frases que se quedaron en ilusiones infranqueables. El gatillo es un mensaje que te ecribo: desentrañar la memoria y recalcitrar las heridas. A lo mejor eso, recubrir cicatrices con letras que salen de un teclado. Quitar el siencio que suena en la soledad con el tecleo, con la posibilidad de otro encuentro: una mirada que te escucha, el eco de una palabra que debe llegar mientras las hormigas corren hipersaturadas, supersónicas patitas que se convierten en ruido, pixeles que se transforman en una cara. Saber que conoces a muchos y que muchos te conocen (como si las letras formaran un rostro) saber que te contactan y que te necesitan (tan siquiera para que por una cadena no les de diez años de mala suerte) saber que alguien esta ahi (diez millones de millones de máscaras inventadas). Lo bueno es que si no fuera por mi tecleo, regresaría a la tumba, en un silencio desértico.

Monday, November 14, 2005

Simulacro

Sólo hay un espacio que se desenvuelve en imagen. La luz que proyecto con mis ojos hacia la mirada de la memoria. Deshilvano las claves y me doy cuenta, entre un dolor de párpados y una punzada en el estòmago, que esa una autoproducciòn efìmera. Si percibiera otra cosa: tus labios en mis ojos, tu cintura en mi boca, no sería el simulacro incompleto de la elucubración del deseo. Necesito borrar las ojeras y la bruma de esta ilusiòn y chocar contra tu cuerpo de piedra. Escurrir con los ojos abiertos. aprender que la seducción desvía las miradas, esconde las manos y disfraza los cuerpos que, forrados de latex de piel simulada, hacen el amor con los ojos.

Sunday, November 06, 2005

Metamorfosis 1

Llueven ráfagas a colores: no veo mas que chispas fragmentadas de lo que fue una realidad. Hay una bruma lacrimosa en el aire de mis ojos; los autos suenan como olas huecas dentro de una caja de resonancia que se traga las frecuencias y me ensordecen en silencio. Mis manos tiemblan, adormecidas, estoy inmerso en la pequeña farsa de un día que se fuga mientras duermo toda la tarde, despierto en la madrugada: veinte horas sin cerrar los ojos...

Los gigantes van saliendo de mis sueños, me van metemorfoseando en ilusiones, sólo soy una imagen y no encuentro más que imágenes.

Ella era un espejismo que se fragmentó en pedacitos con el sonido de su grito primal, el sonido de una voz que retumba en mis obsesiones: de esa voz pase a otra imagen (igual de falsa). El color de su mano en mi hombro, el sabor de su boca en mi pómulo, el sonido de su mirada (sigo escuchando a sus ojos que me dicen que yo no se verlos) van formando parte de mi colección de placeres efìmeros. Y me doy cuenta de que no hay que coleccionar otra cosa que cuerpos. Si... tenerlos siempre latentes tan siquiera en el viento, para poder acariciarlos en los momentos en los que nuestras manos tiemblan solitarias. Tener una boca que nos alimente, tan siquiera una tarde, y olvidarnos del cemento en la boca, el tubo en la lengua, el tartamudeo continuo de una mecanismo de nuestra lengua. Tener unas manos que a cachetadas no despierten, nos piquen para que no podamos estar sentados viendo pasar a los gusanos a nuestro lado.

Ahora ella es una estatua, veo la grandeza de su perfil aislado, protegido, orgulloso, inalcanzable. Un monumento que no me atrevo (todavía) a derrocar para que mute en carne, hueso, saliva y uñas. Por el momento rodeo su figura extraña, mientras ella me mira de reojo, como la esfinge, pendiente de las pruebas, decidida a no dejarme vivo, pero con un guiño que puede ser hiel porque se vuelve cercana e inalcanzable. Necesito esculpirla, pasar las pruebas y poco a poco ir entrando en la piedra para poder desvanecerme junto con su porte en una ola mas, que pasa, pega ,rompe y se pierde. Vale la pena dejar de ser piedra para convertirnos (tan sólo un instante) en piel.

Thursday, November 03, 2005

Claustro

Despierto bañado en sudor. Ee ese rastro de llagas y perfectas heridas de una historia de camas. La historia de un colchón que no he estrenado. La historia de las sábanas que se ahogan en la claustrofobia de mi cuerpo sin diálogo. Es una cueva que no deja entrar la luz de ninguna espalda. Es ese brillo que se queda en mis manos como un hueco de sombras intranquilas. Me levanto y en la ducha eo como de mi cuerpo sale un líquido negro. Por mas que me tallo, enjabono y me restrego en vapor, una mancha sale de mis ojos, una inundación de pasos sin eco, de llamadas sin contestar, de silencio muerto, de tiempos muertos, de caras y cuerpos que se deslizan como el agua sin poder atraparlos. Solo el recuerdo y la posibilidad. El deseo de dejar las implosiones para la tumba, allí donde solo los gusanos nos hacen plática. La repetición de ver pasar siluetas y ojos, que me miran, que a veces me ignoran. Caras que transitan escondidas y protegidas por su belleza. Caderas que tiemblan en mis ojos, como un movimiento apenas perceptible que pasa mas rápido que un paso de hormiga. Salgo a la calle, entro en el exterior siempre acoraz