lluvia adentro

y ver la lluvia resbalar por las ventanas nubladas por el vapor
mientras las gotas se acumulan en las manos....
y escuchar el goteo nocturno que nos hipnotiza con el ritmo
de sus palabras
esculpir el simulacro de un refugio, el frío nos hace huir
dentro de nuestra piel, en capas epidérmicas
de cuerpos desnudos, adheridos, perplejos.
sin ojos, con las manos sonámbulas deambular en el deseo.

los charcos y las hojas mojadas susurran el aliento del cielo,
nuestros techos se van oxidando,
la piel agujerada de tanto ensimismamiento,
las manos cansadas de mirar el cuerpo en caricias,
los labios secos, inmóviles, desiertos
el sudor se convierte en el enemigo de la lluvia
en un simulacro, en un lugar que no existe
(y que siempre es devorado por el paso del mar, el agua y el cielo)